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La Librería

Diario de Pandemia

(1 de marzo de 2020 – 1 de marzo de 2021)

1 de julio de 2022

Autor: Alfonso Cortez

Editorial: La Hoguera

Así como una gota de lluvia, una vez sumergida en el mar, contiene a todo el océano, la vida de una persona está disuelta en lo absoluto de la humanidad.

Un diario íntimo no es otra cosa que una historia personal (un archivo, un álbum) que sintetiza la existencia de todos los seres que compartimos el universo. Lo que a mí me pasa, me incluye en todos y viceversa. En El Diario de Pandemia, de Alfonso Cortez, escrito desde varias voces (entradas), están las emociones convulsionadas, las experiencias trágicas y cómicas, los sucesos históricos y culturales que nos tocó experimentar –como especie humana-, con defectos y virtudes, en el planeta Tierra.

Vigoroso en el análisis de los hechos, serio y profundo en la investigación, mordaz y elocuente en la crítica, sensible y tierno en el amor, visionario en sus enfoques, ágil, contundente y claro en el manejo de la palabra, Cortez muestra, una vez más, su erudición desbordante, su estilo maduro, su experimentada capacidad de síntesis y, sobretodo, el valor de su alma inquieta, el coraje de su espíritu quebrantado, que le permiten desnudarlo todo, hasta el asombro.

Aquí, unas pinceladas del libro:

“Más allá de las impresiones propias, el registro y acumulación de acontecimientos que me llamaron la atención, la anotación de pensamientos y reflexiones –míos y de otros–, sobre lo que estábamos viviendo, el interés de este diario puede radicar en aquellas pequeñas cosas que no aparecerán en los libros de historia: testimonio de sensaciones y recuerdos de lo vivido; evidencias de esas cotidianidades a las que nadie les dará importancia; textos, más que informativos, narrados a través de los sentidos de quien ha estado atento al paso de este tiempo convulso”.

“En un diario hay un espejo que nos espera. La imagen que vemos no siempre es agradable, Escribir me permite hablar solo, y hablar con ese alguien que –quizás–,podría estar del otro lado queriendo escucharme”.

“Escribir es mi manera de entender el mundo”.

“Esto que hemos vivido (pandemia) es una experiencia psicosocial masiva de repercusiones imprevisibles”.

“Mi nieta apunta a una pequeña marca que la viruela me dejó en la cara. La abuela le explica que las erupciones de esa enfermedad, al romperse y secarse, dejaban en la piel costras y cicatrices permanentes, pequeñas hendiduras. Me pregunto, ¿Cómo será el inventario de cicatrices de esta generación? ¿Cuáles serán las cicatrices emocionales que dejará la pandemia?”.

“Un libro es siempre una propuesta de futuro, las historias que ahí se presentan son una perversa razón para seguir vivo”.

Los editores

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De manos del autor

En un principio, cuando comencé a escribir este diario, la pandemia era una noticia del lejano Oriente, y parecía que nada tenía que ver con nosotros. En pocas semanas, ese inicial registro de mi vida privada pasó a segundo plano, todo estaba contaminado por el virus. En ese momento, lo que estaba escribiendo para que nadie lea, dejó de ser personal e íntimo, y pasó a convertirse en un registro que podía interesar a otros.

Más allá de las impresiones propias, el registro y acumulación de acontecimientos que me llamaron la atención, la anotación de pensamientos y reflexiones —míos y de otros—, sobre lo que estábamos viviendo, el interés de este diario puede radicar en aquellas pequeñas cosas que no aparecerán en los libros de historia: testimonios de sensaciones y recuerdos de lo vivido; evidencias de esas cotidianidades a las que nadie les dará importancia; textos, más que informativos, narrados a través de los sentidos de quien ha estado atento al paso de este tiempo convulso.

He intentado observar en silencio, tomar nota, concentrarme en lo que veía, leer mucho, escuchar lo que me escribían o contaban, fijarme en lo específico y concreto, recuperar aquello que no aparecerá en documentales o enciclopedias digitales y contar, con espontaneidad y honestidad, lo que solo puede ser contado por quien lo ha vivido.

No sé si llega a ser un género literario —técnicamente hablando—, pero es tentador apuntar lo que se vive, cómo se piensa y cómo se siente el paso del tiempo. La vida cotidiana, las rutinas y las nimiedades que van llenando los días.

En este diario se pueden identificar, por lo menos, seis hilos narrativos:

El primero —obviamente—, es el mío propio, un año en la vida del diarista. Se presentan relatos de mi vida diaria, confidencias, confesiones, desahogos, reflexiones dispersas, apuntes, frases sueltas, filones de mi vida interior con el tono típico de un clásico diario.

Aparecen, lo que en la ficción se llaman personajes, que conviven conmigo y están presentes con sus historias, testimonios y vivencias (familia nuclear, familia extendida, amigos, contactos e incluso vecinos que antes no aparecían en mi radar).

Otro hilo narrativo son las publicaciones de redes sociales —que son un diario público, en tiempo real—, que he rescatado en algunas entradas. Estas muestran hechos y acontecimientos que marcaron el día y el curso de la pandemia.

Un tercer hilo lo constituyen mis artículos y crónicas que fui publicando cada semana. Solo que, aquí en el diario, se presentan los antecedentes y las repercusiones de los temas que cada viernes aparecen en Desde mi barbecho. Hay algunas muestras de lo que podría ser la “cocina” o los “ingredientes e insumos” en la preparación y justificación del contenido de mis artículos (60 entre crónicas y columnas).

Durante el encierro, comenzaron a circular muchos memes humorísticos y textos avispados que muestran lo que se conoce como “sabiduría popular”, que nacen del ingenio de la gente. He recopilado frases, memes y materiales audiovisuales que se hicieron virales en ese período. Con seguridad, esta recopilación no estará presente en libros de historia, películas o documentales. Es una colección y selección que, en sí misma, ya es un libro que registra y muestra las expresiones, espontáneas y naturales, de la gente frente a la crisis sanitaria y al confinamiento.

Mi abuelitud y la observación y seguimiento de los pandemials —a través de mi nieta— es un quinto hilo narrativo, y quizás, el principal motivador e impulsor de dejar este registro escrito, porque ellos no se acordarán de lo vivido, salvo por las huellas y cicatrices emocionales que les dejará esta pandemia, o lo que les contarán o verán en reportajes y libros en el futuro.

Un último hilo narrativo es el Diario de lecturas de los libros de mi encierro (60 reseñas). Leer me permitió sobrevivir al confinamiento. Las historias de mis lecturas equilibraban la fatiga digital y la sobrecarga informativa durante la cuarentena. Ese rebalse de noticias, que nos mantenía alertas y enfocados en la amenaza, fue una de las fuentes primarias de estrés. Leer, que requiere una concentración más activa y una mayor implicación, contribuyó a disminuir esa sensación de inseguridad e incertidumbre. Esa inmersión de lecturas fue un acto reflejo de supervivencia.

Comencé a transcribir y pasar en limpio este diario a finales de 2021 —confinado con covid—. Pasé las fiestas de Navidad y Año Nuevo aislado y aproveché para releer y corregir todas las entradas.

He reconstruido y revisitado, a través del diario, un año completo. Transcribir y pasar en limpio este diario me ha permitido —como nunca antes—, revivir y rescatar de mi amnesia feliz, una vuelta completa al sol.

Yo necesito escribir. Escribir es mi manera de entender el mundo. Al revisar las 365 entradas de este diario, y repasar algunas de las lecturas de libros que forman parte de este testimonio personal, reafirmo lo catártico de este ejercicio: escribir consuela, y leer experiencias compartidas, también.

Espero que quienes se acerquen a leer este diario sientan lo que yo sentí.

Alfonso Cortez

Puedes adquirir el libro en: La Hoguera.

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