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ARTE Y EVENTOS

¡Cuidado con los bosques vacíos!: una advertencia del IX Congreso Boliviano de Mastozoología

«No debemos dejar que un bosque lleno de árboles nos engañe haciéndonos creer que todo está bien». Esta frase icónica de Kent H. Redford fue publicada en un artículo de 1992, titulado El Bosque Vacío, una referencia a un ecosistema que carece de grandes mamíferos como resultado del impacto humano. En su segundo día, el Congreso nos hace reflexionar sobre el estado de la conservación en Bolivia.

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Lisa Mirella Corti

Periodista

Los bosques vacíos muestran que el impacto humano puede destruir un ecosistema tanto desde dentro como desde fuera. Foto: Revista Nómadas.

21 de marzo de 2023

Estudiar y analizar el estado de conservación de los bosques permite confirmar si dentro de él, todavía se refugian los animales que alguna vez llamaron ese bosque su hogar. La ciencia y los investigadores nos revelan la historia del presente, pasado y posibles futuros de los animales y del planeta.

En su segundo día, el IX Congreso Boliviano de Mastozoología realizado del 15 al 17 de marzo en Santa Cruz de la Sierra inició con una conferencia magistral sobre El estado de conservación del jaguar (Panthera onca) en Bolivia, en el siglo 21, realizada por Robert Wallace, director del Programa de Conservación Gran Paisaje Madidi-Tambopata.

Robert Wallace durante su exposición sobre jaguares.

“A nivel mundial, ya hemos perdido aproximadamente 50% de la distribución histórica del jaguar”, expone Robert, y comenta que es un dato macro que debe preocuparnos, pero, que, a pesar de todo el bombardeo de malas noticias, hay buenas noticias. Proyectos macro como el Plan Jaguar 2030, que busca revertir el panorama del exilio del jaguar, y crear acciones para lograr que, en un futuro no muy lejano, el jaguar vuelva a caminar libre de Norte a Sur, por todo el continente americano.

El jaguar ha sido históricamente amenazado, como la extracción masiva de jaguares en la Amazonia para el uso de sus pieles desde inicio del 1900 hasta los años 70. Estudios revelan que la caza industrial e indiscriminada del siglo 20 pudo haber dejado el “bosque vacío”, un hueco que, aunque a simple vista no se nota, crea un desequilibrio en el ecosistema. Un bosque no vive solo de árboles, para tener vida necesita animales. En Bolivia, esta amenaza que tanto preocupaba a los biólogos volvió con fuerza en el siglo 21, y hoy la caza ilegal de jaguares (esta vez por sus colmillos), podría generar otro vacío e impactar las poblaciones de jaguares.

Hace 30 años se sabía muy poco de jaguares, mucho menos del tema de tráfico. Hoy, Santa Cruz tiene la mayor concentración de artículos científicos y conocimiento sobre el felino en Bolivia, y el país, lidera el continente en ser uno de los primeros en advertir, con data, que la amenaza del tráfico está volviendo con fuerza al continente.

Durante todo el día, en el Congreso se realizaron diferentes exposiciones sobre jaguares y tráfico de fauna, pero los murciélagos se robaron el protagonismo. Estos mamíferos voladores, concentraron nueve exposiciones, en su mayoría enfocadas en revalorizar las colecciones científicas de Bolivia.

“Cuando hablamos de sistemática, hablamos de tratar de identificar a cada murciélago y organizar toda esa información, y es una información que todo el tiempo se va actualizando. Hay especies que salen, otras que entran. La idea era ver un poquito como estamos en el tema”, explica Kathrin Barboza, investigadora boliviana experta en murciélagos.

Para Kathrin, el aporte que están realizando las nuevas generaciones de investigadores es vital para la revisión constante de cuantos y cuales murciélagos hay en Bolivia.

“Las colecciones son patrimonio de la humanidad.” – afirma, e impulsa a los jóvenes biólogos a ingresar a estos espacios, que, aunque muchos piensan que son aburridos y estáticos, son espacios donde anidan grandes revelaciones para la ciencia.

Los murciélagos se robaron el protagonismo en nueve exposiciones.

Revisar y re-estudiar los murciélagos es esencial para conocer el valor que tiene su diversidad en la salud del planeta. Son tantos y tan diferentes, que algunos se alimentan de frutas y dispersan semillas. Otros, de néctar de plantas y flores, y gracias a ellos, tenemos productos como el tequila. Algunos, comen insectos, y ayudan con su alimentación voraz, a controlar plagas en sembradíos. Sin saberlo, ellos aportan a la seguridad alimentaria de nosotros.

“Sin ellos nuestra vida fuera un caos total”, confirma Kathrin, y sabe que, a pesar de los avances, queda mucho por hacer para romper los mitos contra los murciélagos y trabajar por su conservación.

En el Congreso, se habló de la “Conservación y Manejo” de otros mamíferos, Paola Nogales expuso sobre la Estructura poblacional, diversidad y flujo génico del jaguar boliviano y la importancia de mantener este flujo entre jaguares por el territorio, para que se desarrollen de manera saludable. Oriana Prado expuso sobre los Modelos de Ocupación para el gato montés (Leopardus geoffroyi) en el Área Natural de Manejo Integrado Municipal Lagarpampa-Mollepampa en Cochabamba. Claribel Villarroel presentó sobre el Comportamiento espacio temporal del puma (Puma concolor) en un paisaje antropizado dentro del PN ANMI Serranía del Iñao. Dos exposiciones trataron a detalle sobre “carnívoros-ganadería”, de un lado los Efectos de la ganadería tradicional sobre el gato andino por Juan Huaranca, y del otro, sobre la búsqueda de Coexistencia carnívoros-ganadería mediante la comprensión de los mecanismos ecológicos del uso de perros guardianes, por Diego Peñaranda. De último, se expuso sobre las Áreas verdes urbanas como potenciales refugios para la mastofauna, un ejemplo desde la periferia del municipio de Cobija en Pando, por Mirian Gutierrez.

El artista Brocha Silvestre avanza un cuadro en vivo sobre la diversidad de mamíferos.

El tráfico de fauna continuó siendo un tópico fuerte durante las exposiciones, desde la Sistematización de datos del tráfico de mamíferos silvestres en Bolivia, por Glenda Ayala, hasta el Costo económico de operativos y manutención de mamíferos rescatados del tráfico de vida silvestre, por Iván Rodríguez. Se expusieron ejemplos de manejo de fauna, como la experiencia en atención del Manejo de Tarukas (Hippocamelus antesensis) procedentes del tráfico ilegal, rescate y rehabilitación en el Bioparque Municipal Vesty Pakos, por Daniela Morales; el rol de los centros de custodia de fauna silvestre como agentes en la conservación de mamíferos, por Diego Maldonado; y la importancia de la Identificación morfológica de dientes de jaguar y otras partes de animales confiscados de fauna en Santa Cruz, por Damián Rumiz.

Doce investigaciones adicionales fueron presentadas en formato posters.

El oso andino, o gran Jucumari, también tuvo su lugar en el Congreso, Mauricio Peñaranda expuso sobre el Uso del hábitat relicto por el oso andino en Bosques Secos del ANMI El Palmar, y luego la conferencia magistral más esperada del día llegó con Ximena Vélez, —conocida como la mujer de los osos— y reconocida internacionalmente por su trabajo de conservación. Ella expuso su experiencia en campo, una conferencia titulada Carnívoros y Gente: Conservación a través de la coexistencia.

A diferencia de otros expositores, Ximena no trabaja en áreas protegidas, sino, con la gente que comparte territorio con los osos, comunidades en el bosque seco interandino en Tarija que, gracias a sus proyectos de conservación, han revalorizado el papel del “oso de anteojos” en su territorio. Son ellos, los protectores del oso. Su programa es uno de los primeros en Bolivia en implementar lo que se llama “Paisaje Productivos Protegidos”, cuyo objetivo es generar un modelo de gestión del territorio a escala de paisaje que permita integrar la producción con la conservación de la biodiversidad y con los servicios ecosistémicos asociados en un contexto de promoción social.

“La mayor amenaza para el Oso Andino no es miedo, es la falta de valor para la población local”, enfatiza Ximena.

Ximena Vélez expone sobre coexistir con Osos Andinos.

Todos en la sala —de expertos a estudiantes— escuchan su experiencia con atención. Su trabajo es integral, no solo conserva el oso, sino que trabaja alternativas económicas sostenibles para la comunidad, como la apicultura para reducir la ganadería, disminuyendo así el conflicto con el oso. También, tiene una campaña de no cacería de osos, logrando reducir las muertes por conflicto hasta 2021 a cero, con solo un caso en 2022 por tráfico de osos.

El gran oso sudamericano ya tiene guardianes en la zona donde trabajan, pero tiene otro enemigo: el cambio climático. Los cambios en los patrones del clima están reduciendo los frutos, alimento vital para la supervivencia de los osos andinos, especialmente para las crías que nacen en época de frutos. Estos cambios en la cantidad de frutos pueden llevar a que el éxito reproductivo de los osos baje. Por eso, para Ximena, trabajar con la gente es esencial. Hacer conocer a las poblaciones locales sobre la importancia y rol del oso andino en la salud del territorio es parte del proceso. Siempre queda mucho por hacer, pero Ximena sabe, desde su experiencia, que la coexistencia es la clave para la conservación del Oso y el futuro sostenible de sus vecinos humanos.

Para cerrar el segundo día del Congreso, se otorgó el Premio Sydney Anderson, a cargo de la Red Boliviana de Mastozoología. Este se otorga a los investigadores que tienen una trayectoria destacable en el campo de la mastozoología y la conservación boliviana. El ganador del premio este año fue el biólogo Jorge Salazar Bravo, con más de 30 años de trabajo continuo, es uno de los bolivianos con mayor cantidad de aportes científicos en el conocimiento de la mastozoología de Bolivia, con énfasis en roedores. El premio fue otorgado virtualmente a través de zoom y aplaudido por toda la audiencia presente.

Jorge Salazar Bravo recibe el Premio Sidney Anderson por videollamada.

El segundo día del Congreso, estuvo lleno de encuentros entre amigos, colegas y estudiantes llenos de entusiasmo, los cuales se fueron repletos de conocimiento, ideas y experiencias para nutrirse, y recargar fuerzas para el trabajo que todavía queda pendiente por hacer para que el bosque no se quede vacío.

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