De forma regular se actualizan los indicadores ‘principales’ del avance de la destrucción de los bosques y los ecosistemas no boscosos, sin embargo, no siempre es fácil entender qué nos dicen realmente, o qué no incluyen, como, por ejemplo, los indicadores como los focos de calor y áreas afectadas por incendios, la pérdida de bosque y la deforestación. El siguiente texto pretende aclarar algunas de las dudas que surgen sobre estos indicadores para poder romper las barreras del tecnicismo que los acompaña.
¿Qué es un bosque y qué hay más allá del bosque?
El bosque se define típicamente como un área caracterizada por una cobertura arbórea que supera el 30% de su extensión, como, por ejemplo, el Bosque Seco Chiquitano. En contraste, las áreas naturales con una cobertura arbórea inferior al 30% no se consideran bosques. Se consideran ecosistemas naturales no boscosos o áreas agrícolas o pecuarias con una cobertura arbórea limitada, por ejemplo, los bofedales y los pantanos. Es importante destacar que, si bien los bosques desempeñan funciones ecosistémicas vitales para el clima, los ciclos del agua y otros aspectos ecológicos, los ecosistemas no boscosos son igualmente importantes en términos ecológicos.
- Para poner en perspectiva la magnitud de la extensión de los principales usos de suelos en Bolivia, o sea, de lo que se hace con la tierra, en el 2021 se contaba con 55,7 millones de hectáreas de bosque, lo que representa el 51,4% de la superficie del país; 37,3 millones de hectáreas de ecosistemas naturales no boscosos, equivalente al 34,5% de la superficie del país; y 10,7 millones de hectáreas agropecuarias, que supone el 9,7% de la superficie de Bolivia. (Mapbiomas Bolivia, 2024).
- Por lo tanto, es crucial, para entender la real magnitud de la destrucción ecosistémica, no solo examinar las estimaciones relativas al bosque, sino también las relacionadas a los ecosistemas naturales no boscosos. Por ejemplo, al observar los datos post 2019, las estimaciones de la pérdida de bosque muestran una mejora con relación al récord alcanzado el 2019, con 505 hectáreas afectadas en 2019 y 380.249 hectáreas afectadas en el 2021, es decir, una reducción de afectación del 11%. Sin embargo, cuando se agregan las áreas de ecosistemas naturales no boscosos afectadas, la situación cambia, con 443.188 hectáreas afectadas en el 2019 y con 639.252 hectáreas afectadas en el 2021, es decir, un aumento de afectación de 44%. Aquello es aún más preocupante al observar cuáles son los biomas más afectados por la pérdida de ecosistemas naturales no boscosos, que en este caso se tratan de la Amazonia, la cual se piensa menos afectada por la destrucción ecológica (que la Chiquitania o el Chaco por ejemplo[1]).
Los incendios forestales, imagen macabra de la destrucción.
¿Qué nos dicen las estimaciones de los incendios para Bolivia?
Los tres tipos de usos de suelos principalmente afectados por los incendios son: el bosque, los ecosistemas naturales no boscosos y las áreas agrícolas y pecuarias. Además, los incendios pueden también afectar, pero en menor proporción, áreas no naturales como zonas mineras o urbanas.
Existen dos tipos de indicadores que se usan para medir los incendios, los focos de calor y la superficie afectada. El primero, se refiere a los sitios en los que se ha detectado una temperatura muy alta, lo que indica que hay una alta probabilidad de que se trate de un incendio. Sin embargo, los focos de calor también pueden ser confundidos con superficies altamente reflectivas, como espejos de agua o superficies metálicas. Por lo tanto, es un indicador aproximativo, o un proxy, y hay que tomarlo con mucha cautela. El segundo se refiere al resultado directo del incendio, y, por lo tanto, se trata de un indicador más certero, aunque solo se lo puede estimar de forma certera una vez que el incendio cese.
- En el caso de Bolivia, la superficie de las áreas afectadas por los incendios ha disminuido entre 2019 y 2023, pasando de 5,2 millones de hectáreas a 3,3 millones de hectáreas. Al mismo tiempo, la cantidad de focos de calor ha ido aumentando de 270 353 en el 2019 a 450 952 en el 2023. Por lo que los datos de focos de calor son muy inciertos para hacer comparaciones de forma anual.
- De igual forma, entre 2022 y 2023, si bien hubo una disminución de 300.000 hectáreas de la superficie afectada por los incendios, la superficie de bosque afectada aumento de 800 000 ha a 1,1 millón de hectáreas. Lo que nos indica que es importante de tomar en cuenta por separado la proporción de bosque y de ecosistemas no boscosos afectados por los incendios cada año.
El bosque se define típicamente como un área caracterizada por una cobertura arbórea que supera el 30% de su extensión, como, por ejemplo, el Bosque Seco Chiquitano.
¿Qué se entiende por perdida de bosque y deforestación?
Típicamente, los dos indicadores más usados son la pérdida de bosque y la deforestación. Ambos miden fenómenos diferentes. La deforestación se refiere a la tala o conversión de un bosque para un uso de suelo que no es natural, como la agricultura, ganadería, minería y urbanización. En cambio, la pérdida de bosque incorpora la deforestación e incluye la degradación natural o mediante incendios de áreas boscosas, sin que aquellas áreas tengan algún tipo de transformación de uso de suelos. En otras palabras, cuando un bosque es incendiado, pero que posteriormente sus suelos no son usados y, por ende, entra en un proceso de regeneración natural.
En ese sentido, de forma general es más certero analizar los datos de pérdida de bosque y no los de la deforestación, ya que esa última oculta una parte importante de la destrucción del bosque que es convertido en ecosistemas natural no boscosos y, posteriormente, convertido pare el uso agrícola o pecuario. Por ejemplo, un área de bosque incendiada, será siempre contabilizada como perdida de bosque, pero si es convertida a uso agropecuaria recién muchos años después, no será contabilizada como deforestación. Sin embargo, el concepto de deforestación ha ganado en popularidad, porque permite evitar de contabilizar la perdida de bosque que se espere que en décadas pueda volver a regenerarse.
- En el caso de Bolivia, la diferencia entre estos dos indicadores es muy alta y puede llevar a malinterpretaciones. Por ejemplo, en el 2019, la perdida de bosque fue de 505 hectáreas y la deforestación fue de 238.023 hectáreas. En cambio, en el 2021, la perdida de bosque fue menor, con 380.249 hectáreas y la deforestación mayor, con 307.108 hectáreas. Por ende, la comparación entre 2019 y 2021 genera apreciaciones muy diferentes, según si se observa la pérdida de bosque o la de la deforestación. La pérdida de bosque es el indicador que recomendamos tomar en cuenta.
¿Dónde se puede acceder dicha información?
- Para los datos de incendios forestales, existen dos fuentes oficiales recomendadas: la primera que permite monitorear en tiempo real y hacer análisis personalizados por periodos o regiones especificas: (http://simb.siarh.gob.bo); los reportes anuales del Ministerio de Medio Ambiente y Agua que ofrecen datos agregados y nacionales: http://www.mmaya.gob.bo/transparencia/rendicion-de-cuentas/
- Para los datos más actualizados de perdida de bosque, incluyendo las distinciones de bosque primario y otros indicadores ecológicos, se recomienda acceder a Global Forest Watch: http://www.globalforestwatch.org/dashboards/country/BOL/?category=summary
- Para los datos históricos de los diferentes usos de suelo del país, incluyendo bosque y ecosistemas naturales no boscosos (y sus pérdidas respectivas), usos agrícolas o pecuarios, y por ende que permiten calcular la deforestación, se recomienda usar: Mapbiomas Bolivia http://bolivia.mapbiomas.org/
Vale la pena aclarar, que efectivamente, existe una fuente de información oficial de la deforestación que proviene de la Autoridad Bosques y Tierra de Bolivia, pero no se la recomienda, dado que el mismo Gobierno no la usa en sus reportes oficiales internacionales, por lo que carecen —según diversas fuentes— de credibilidad.
***
[1] En términos de Bioma, las estimaciones de Mapbiomas Bolivia nos indican que desde 2016 y el inicio de la aceleración del auge de la perdida de bosque en Bolivia, efectivamente el Chaco y la Chiquitania son los más afectados por la pérdida de bosque, aunque desde 2019 con mayor preponderancia en la Chiquitania. Sin embargo, cuando se toma en cuenta la perdida de ecosistemas naturales no boscosos en la última década para la cual se cuenta datos (2012-2021) la Amazonia es el bioma más afectado por la pérdida de bosque y ecosistema naturales no boscosos.