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ESPECIALES

Rubén Darío Arias Ortiz constata que el portón de una comunidad fantasma, bajo llave.

«Hay tráfico de tierras. Eso está totalmente comprobado»

Rubén Darío Arias Ortiz

Coordinador de Contiocap y Presidente del Comité Cívico de Roboré

7 de diciembre de 2022

Rubén Darío Arias Ortiz, coordinador de la Defensa Tucabaca dentro de la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (Contiocap), y presidente del Comité Cívico de Roboré, en esta entrevista, desmenuza toda la potencialidad que tiene el Valle de Tucabaca, como también las amenazas que están poniendo en peligro la salud de esta porción importante del Bosque Seco Chiquitano.

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Roberto Navia Gabriel

Periodista

Rubén Darío Arias Ortiz vive como profesa. Su casa de Roboré es un pequeño escenario de lo que es la selva. Las plantas que ha cultivado con su esposa María René le dan un ambiente placentero donde las altas temperaturas que hace en las calles aquí se ven frenadas gracias a las sombras de la vegetación y de una cabaña amable que invita a conversar sin prisa ni tiempo.

El hecho de haber nacido en este paraíso, desde niño estar nadando en esas corrientes de agua, fue muy importante.

– Rubén Darío, ¿cómo está la salud del valle de Tucabaca?

Se ha tratado de conservar el cien por ciento de la integridad del área protegida y de todo el valle que forma parte de un corredor biológico que une importantes parques nacionales como el Kaa Iya, el Ñembi Guasu, el ANMI San Matías y el Pantanal Otuquis.

En el entorno del Valle, estamos preocupados por los asentamientos ilegales dotados por el INRA, las famosas comunidades fantasmas, donde supuestamente debería haber gente y no existe absolutamente nadie. Pero, sin embargo, tienen plan de manejo autorizado por la ABT para explotar la madera. Y de paso, ni siquiera explotan los supuestos comunarios. Ellos venden a terceras empresas, que son las que se encargan de hacer este tipo de explotación. Por otro lado, se ha visto a colonos que han venido de otros lados y han logrado sanear sus tierras de forma individual, han empezado a vender sus espacios a extranjeros, especialmente menonitas, argentinos y brasileños que están dedicándose a hacer una deforestación demasiado extensiva.

– ¿O sea que hay tráfico de tierras en el Valle de Tucabaca?

Así es. Hay tráfico de tierras. Eso está totalmente comprobado.

– ¿Cómo opera ese tráfico?

– Normalmente ellos vienen, explotan la madera rica que hay en el bosque. Una vez le han sacado toda la madera, buscan un comprador se dedica a hacer el cambio de uso de suelo.

– ¿Los que vienen a deforestar son avasalladores o tienen papeles en mano?

Vienen con una autorización de asentamiento del INRA, pero obviamente no cumplen la famosa Función Social. Lo lamentable es que esta autorización de asentamiento viene con una orden de desmonte de 20 hectáreas por familia. Imagínese, en una comunidad donde supuestamente hay cien familias, ¿cuánto van a deforestar en uno solo año? Esa es otra contradicción, porque a nuestras comunidades originarias, solamente les autorizan desmontar cinco hectáreas por año para que puedan sostener su economía familiar. Roboré ha sabido defender su territorio y no permitiremos el asentamiento de estas comunidades.

El Coordinador de Contiocap y presidente del Comité Cívico de Roboré, inspecciona un lugar deforestado.

– ¿Cuántas comunidades fantasmas hay?

– Por lo menos, lo que manejamos en listas, son 120 dentro del municipio de Roboré. Hay seis con autorización dentro del Área Protegida del Valle de Tucabaca. Gracias a Dios no han podido ingresar.

Algo característico en las escuelas era que los paseos se hacían de tres a cinco días en nuestras serranías, conociendo nuestras bellezas naturales, las pinturas rupestres.

– ¿Esas comunidades fantasmas tienen autorización?

– Tienen resolución de autorización de asentamiento por parte del INRA, pero obviamente, ya vienen con autorización de desmonte por parte de la ABT.

– Roboré es un modelo de defensa de sus recursos naturales, ¿cómo lo ha logrado?

– El hecho de haber nacido en este paraíso, desde niño estar nadando en esas corrientes de agua, fue muy importante. Algo característico en las escuelas era que los paseos se hacían de tres a cinco días en nuestras serranías, conociendo nuestras bellezas naturales, las pinturas rupestres. Eso llevó a que nos enamoremos y defendamos este sitio. Obviamente, hay un trabajo que se viene haciendo desde el Comité de Gestión, con algunas instituciones amigas, para ir socializando y concientizando a nuestros estudiantes, para que crezcan con una nueva visión de desarrollo sostenible.

– ¿Cuáles son los efectos de deforestar dentro del valle?

Noto una ambigüedad del Gobierno central, que habla de retomar la navegabilidad del río Paraguay, pero también está permitiendo la deforestación en la cuenca alta del río Tucabaca que abastece al río Paraguay. Hay un matrimonio directo entre agua y el bosque. La deforestación que ya existe está provocando que nuestros pueblos sufran la escasez de agua, nuestros ríos están mermando cada vez más y el Tucabaca se ha secado dos años consecutivos.

– ¿Qué es el Salvador?

Es una comunidad de colonos en la parte Norte, dentro del valle.

Llegaron a asentarse hace varios años. Lograron consolidar su título. Se conoce que algunos de estos señores han empezado a vender a extranjeros y menonitas que están metiéndole con fuerza a la deforestación.

Tenemos denunciar de que en la zona del Salvador hay privados que han represado el río tucabaca para desviar agua a su propiedad.

La autoridad muestra el simulacro de cultivo en una comunidad fantasma.

La presente investigación ha sido elaborada por Revista Nómadas, con el apoyo de la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (Contiocap) y patrocinio de Humedales sin Frontreras.

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