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CASA VERDE

Los valles potosinos sufren en silencio por la contaminación minera

Las aguas del río Tumusla están contaminadas según una auditoría y denuncias de productores.

Foto: Marcelo Huanca

Más de 9.000 familias ven que sus tierras producen cada vez menos por los tóxicos que llegan al río Tumusla desde las minas asentadas en la cuenca alta. Una auditoría confirmó la presencia de metales pesados en el agua. Varios vecinos denuncian que padecen graves problemas de salud.

6 de agosto de 2021

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Marcelo Huanca Dorado

Periodista

La tragedia de la provincia Nor Chichas de Potosí empezó en 1626, cuando reventó la laguna de Idelfonso, echando a los afluentes hídricos 9.000 toneladas de mercurio. La sombra del desastre ecológico hizo sonar sus tambores de miedo nuevamente en 1997, cuando el dique de colas de la empresa Comsur, en Porco, del ex presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada,  derramó  sobre los ríos de la cuenca del Plata, 350 mil toneladas de químicos tóxicos.

Desde entonces, la contaminación minera no ha parado y hoy es un problema silencioso que por lo menos 9.000 familias de Potosí soportan en silencio. La producción de uvas, peras, duraznos y hortalizas en los valles de Nor Chichas de Potosí disminuye cada vez más por la sistemática contaminación del río Tumusla, víctima directa de la contaminación de tóxicos que expulsan los centros mineros.

La producción de uvas, peras, duraznos y hortalizas en los valles de Nor Chichas de Potosí disminuye cada vez más por la sistemática contaminación del río Tumusla.

Varios vecinos denuncian que la contaminación es permanente y que lamentablemente el Estado ha sido incapaz de evitar ese ecocidio que ha generado la destrucción del sistema productivo de familias que no tienen más sustento que producir en un suelo degradado por los metales pesados y bajo un riesgo constante para su salud.

Por si fuera poco, a la contaminación minera se suma la salinización de los suelos que afecta a un 80 por ciento de las tierras agrícolas, reduciendo su capacidad productiva drásticamente.

Erwin Coronado, exdirector de riego de la Gobernación de Santa Cruz, detalla que la salinización es proceso químico de origen natural o inducido por las actividades antrópicas mediante el cual ocurre el aumento, ganancia o acumulación de sales solubles en el suelo, lo cual tiene implicaciones negativas sobre los servicios y las funciones ecosistémicas y ambientales que ofrecen los suelos.

Coronado enfatizó también que el problema de la salinización se da en los terrenos regados, ​ porque el agua de riego siempre contiene algo de salinidad y la concentración en el suelo aumenta continuamente por la evapotranspiración.

Nuevas minas

Abrahan Cincko, dirigente del Comité de Defensa de la Cuenca del rio Tumusla,  denunció que en los últimos años, como consecuencia de los buenos precios de los minerales en el mercado internacional, se ha reactivado el interés por la explotación de minerales en el departamento de Potosí y de esa manera, durante la cuarentena, en el distrito siete del municipio de Cotagaita —  sobre un afluente del río Tumusla— comenzó a operar,  en Ckara Ckara Sud y Chati— una empresa minera, sin realizar la consulta previa a las comunidades asentadas en toda la zona, como establece la CPE.

Advirtió que existe otra mina en la zona de Toropalca, sobre el mismo río, que estaba abandonada y pretenden reactivarla.

Productores que viven en las zonas cercanas al río Tumusla (Potosí) se manifestaron con una pancarta para que sus voces de protesta sean es uchadas. Foto: Chichenos a la defensa de los ríos.

Vecinos en vigilia, esperando a que se vaya la empresa minera Huayrani deje de operar. Foto: Chichenos a la defensa de los ríos.

Por eso, los comunarios de la zona duermen con un ojo abierto, con miedo a que la contaminación se incremente aún más.

“Vivimos de la agricultura, las plantaciones de frutas, especialmente de uvas, que son destinadas para la producción de singani y vino.  La contaminación minera comienza a dañar nuestros cultivos.  Las comunidades no tienen agua potable y consumen agua del río, con graves consecuencias para su salud.  Por eso no vamos a permitir que empresas mineras operen en nuestra cuenca”.

La auditoría confirma que se identificó la contaminación minera en la cuenca alta con concentraciones de mercurio, arsénico, aluminio, cadmio, plomo, sulfatos, fosfatos y nitratos que superan lo mínimo permitido por la norma ambiental de Bolivia.

Auditoria confirma metales pesados en rio Tumusla

La auditoría ambiental k2/ap23/s16-e1 del 16 de noviembre del 2018, de desempeño ambiental sobre la contaminación hídrica en las subcuencas Tumusla y San juan del Oro en la cuenca del río Pilcomayo,  ratifica que hay  “un ecosistema dañado por cuerpos de agua contaminados principalmente por la presencia de concentraciones elevadas de metales pesados en sus sedimentos y en la manifestación de consecuencias reales y riesgos potenciales importantes para la dinámica de los cuerpos de agua y la acumulación de la contaminación, principalmente toxicológica y bacteriológica en los mismos y el ecosistema circundante”

Puntualmente, confirma que se identificó la contaminación minera en la cuenca alta con concentraciones de mercurio, arsénico, aluminio, cadmio, plomo, sulfatos, fosfatos y nitratos que superan lo mínimo permitido por la norma ambiental de Bolivia.

El informe de auditoría recomienda que “para revertir la situación detectada fueron formuladas 46 recomendaciones dirigidas a las entidades evaluadas en esta auditoría, de éstas, siete recomendaciones v son comunes para los gobiernos autónomos municipales de Atocha, Caiza D, Cotagaita, Potosí, Porco, Tomave y Tupiza, excepto una que no considera a la municipalidad de Potosí, lo que hace un total de 87 recomendaciones”.

La auditoría justifica que “las 87 recomendaciones formuladas por la Contraloría General del Estado, están orientadas a corregir y mejorar el desempeño ambiental de las entidades evaluadas en este examen, esto con el fin de lograr la restauración de los cuerpos de agua en las subcuencas Tumusla y San Juan del Oro y reducir los riesgos a la salud de la población que habita las mismas.

La misma auditoria “estableció que no fueron efectivas las acciones realizadas por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua y el Ministerio de Minería y Metalurgia asociadas a la restauración del impacto ambiental, ocasionado por los pasivos ambientales mineros existentes en las subcuencas Tumusla y San Juan del Oro, respecto al desarrollo e implementación de gestiones sobre el tema, ya que no identificaron ni caracterizaron los pasivos ambientales, ni trabajaron un plan, programa o proyecto para desarrollar medidas de restauración. Elaboraron una propuesta de reglamento de remediación de pasivos ambientales mineros que aún no ha sido emitida”.

Productores del valle de Potosí, realizan ferias para mostrar su producción. Foto: Chichenos a la defensa de los ríos

El río Tumusla, contaminado, según una auditoría que confirmó presencia de metales pesados en sus aguas. Foto: Marcelo Huanca

Cáncer por consumir agua contaminada

Rosmery Prieto Cruz, de 47 años, es vecina de la comunidad Patirana, asentada sobre la cuenta del río Tumusla. Ella sufre de cáncer de colon y ha sido sometida a varias operaciones. Lleva cinco sesiones de quimioterapia de las 12 ordenadas por los médicos que le tratan el mal.

Prieto Cruz, ha tenido que trasladarse a Sucre donde recibe el tratamiento.  “Los médicos me han dicho que la causa del cáncer es el consumo de agua contaminada. Yo no he salido de esta región y toda mi vida he tomado agua del río porque no tenemos agua potable en la mayoría de las poblaciones de la ribera”, explicó.

Rosmery Prieto, confirma que el estado de salud de muchas personas se ha agravado en los últimos años.

“Varios vecinos tienen graves problemas de salud y mucha gente se muere sin saber de qué.  La gente no acostumbra ir al médico, pese a que están enfermos, porque no tienen dinero para hacerlo. Ahí se quedan hasta que fallecen”, relata

Por si fuera poco, revela que la agricultura está cada vez más difícil porque los suelos ya “nada quieren producir.  Sembramos hortalizas, nacen y se secan, al igual que la papa, el maíz.  Los árboles frutales no producen casi nada y algunos se secan.  Los animales que tenemos también se mueren”.

Un panorama apocalíptico que Bolivia y el mundo desconocen

Ángel León Bejarano, de 87 años, es vecino de la comunidad de Lincha. Toda su vida la ha dedicado a la agricultura, al igual que sus abuelos y padres. Con ese gran conocimiento que guarda, confirma que en los últimos años la producir se ha vuelto muy difícil por la contaminación minera de las aguas del río Tumusla.

“El problema es el agua. La tierra ya no produce como antes y, encima, no hay mercado para nuestra producción y los precios del mercado no cubren el costo de nuestro trabajo a causa del contrabando”.

La voz de Ángel León muestra que dentro de él habita un hombre que no es dueño de una vejez tranquila.

Sus preocupaciones económicas, causadas por la contaminación, lo mantienen preocupado porque el pan de cada día no lo tiene seguro.

“Antes, la producción permitía una vida digna a las familias, pero con la actual situación se ha acelerado la emigración porque los jóvenes no tienen de qué vivir aquí y se van en busca de mejores días. Solo hemos quedado los viejos que trabajamos la tierra con nuestro último esfuerzo físico”.

El alcalde de Cotagaita, capital de la provincia Nor Chichas de Potosí, Daniel Llanos, reveló que luego de las protestas de las comunidades por la instalación de la mina Huayrani en la zona de Tomave, cuenca alta del rio Tumusla, el gobernador Jhonny Mamani ha ordenado el retiro de la empresa de la zona porque pone en peligro de contaminación de esa cuenca.

El alcalde Llanos lamentó que, irónicamente, hay algunos vecinos del municipio de Tomave, que se oponen al retiro de dicha mina, con el pretexto de la pérdida de fuentes de empleo.

A pesar de ello, aseguró que exigirán que se cumpla el informe de auditoría realizado el 2018, que establece la presencia de metales pesados en esas aguas.

El Viceministro de Medioambiente, Magín Herrera, admitió que esa secretará de estado tiene varios reportes de la contaminación de fuentes de agua por la actividad minera de todo el país. Dijo que el tema es de preocupación del Gobierno, que aún no debatido el tema del costo ambiental frente al rédito que deja la actividad minera.

“Tenemos denuncias de la contaminación minera y en la que nos piden subsanar los pasivos ambientales.  Nos reportan que río abajo de las cuencas ya no hay peces y muchas especies están muriendo por aguas ácidas contaminadas. Somos conscientes que la agricultura es importante porque se trata de nuestra comida y tenemos que tener comida limpia sin contaminantes”, dijo el viceministro.

Las comunidades no tienen agua potable y consumen agua del río, con graves consecuencias para su salud.

Magín Herrera, entonces, está informado del desastre ambiental que causa la contaminación minera en Bolivia.

“Yo creo   que hay una equivocación. El ministerio de medio ambiente no es el que contamina. Su labor es regular y sancionar a los que contaminan. El que debe actuar es la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAMA), dependiente del ministerio de minería y, en ese sentido, ya hemos comenzado a sostener reuniones para regular el uso de químicos que son altamente contaminantes. Las mesas de discusión ya están en marcha”.

Mientras las mesas de discusión —como dice el viceministro de Medioambiente— están en marcha, en marcha continúan los tóxicos mineros hacia los ríos con el que riegan los cultivos cientos de familias de productores de Potosí.

La contaminación sigue su curso, noche y día.

Rosmery Prieto Cruz, de 47 años, es vecina de la comunidad Patirana, asentada sobre la cuenta del río Tumusla. Ella sufre de cáncer de colon y ha sido sometida a varias operaciones. Lleva cinco sesiones de quimioterapia de las 12 ordenadas por los médicos que le tratan el mal.

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El director ejecutivo de la Fundación Avina lidera una campaña mundial para que se liberen las patentes y la vacuna contra el Covid-19 sea declarada un bien público global. De no conseguirlo, Bolivia terminaría de vacunar a su población dentro de más de dos años, Perú, en cinco, y Venezuela, dentro de 13 años.